La cándida auris es un hongo que ha ganado notoriedad en los últimos años debido a su capacidad para causar infecciones graves y su resistencia a múltiples antifúngicos.
Este hongo se ha identificado en entornos hospitalarios y puede provocar infecciones en el torrente sanguíneo, la piel y otros órganos, lo que representa un grave riesgo especialmente para pacientes con sistemas inmunológicos comprometidos. Ante esta creciente amenaza, es fundamental tomar medidas para protegernos y prevenir su propagación.
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1. Higiene personal y del entorno
La higiene es el primer escudo frente a la cándida auris. Lavarse las manos con frecuencia y de forma adecuada es esencial. Se recomienda usar agua y jabón durante al menos 20 segundos, especialmente después de visitar a pacientes en hospitales o clínicas. En entornos donde se ha reportado la presencia de cándida auris, el uso de desinfectantes de manos a base de alcohol también puede ser efectivo. Aparte de la higiene personal, es vital desinfectar superficies y materiales médicos con productos adecuados, ya que esta levadura puede persistir en diversas superficies.
2. Vigilancia en entornos de atención médica
Los hospitales y centros de atención médica deben implementar protocolos de vigilancia rigurosos para detectar y controlar brotes de cándida auris. Esto incluye el monitoreo de infecciones, la identificación rápida de casos y el aislamiento de pacientes infectados.
Los trabajadores de salud deben ser capacitados para reconocer los síntomas de estas infecciones y deben seguir estrictos protocolos de control de infecciones, como el uso de equipo de protección personal (EPP) y medidas de aislamiento. La cooperación entre el personal y la educación continua son cruciales para minimizar riesgos.
3. Cuidado en el uso de antibióticos y antifúngicos
El uso excesivo o inadecuado de antibióticos puede alterar la flora microbiana normal y facilitar la proliferación de hongos como la cándida auris. Por lo tanto, es vital consumir antibióticos solo cuando sean prescritos por un médico y seguir rigurosamente las indicaciones para su uso. De igual manera, es importante que la comunidad médica tenga en cuenta la resitencia a antifúngicos al tratar a pacientes con infecciones por hongos, asegurando así un enfoque adecuado y preventivo.
4. Prevención en grupos vulnerables
Los grupos más vulnerables incluyen a personas con sistemas inmunitarios debilitados, como aquellos que están en tratamiento de cáncer, pacientes con enfermedades crónicas, o aquellos que se han sometido a cirugías recientes. Es importante que estos pacientes, así como sus familiares, sean educados sobre los riesgos de la cándida auris y las medidas preventivas, como evitar la exposición indiscriminada a entornos hospitalarios, y seguir las pautas de higiene estrictamente.
La cándida auris representa un desafío significativo en el ámbito de la salud pública. Sin embargo, al adoptar medidas de higiene riguroso, garantizar el control en entornos médicos, usar antibióticos de manera responsable y proteger a los grupos vulnerables, podemos reducir el riesgo de infección y su propagación. La concienciación y la educación son herramientas vitales en la lucha contra este creciente problema de salud pública.
Los síntomas pueden variar según la ubicación de la infección, pero algunos síntomas comunes incluyen:
- Fiebre y escalofríos que no mejoran con tratamiento antibiótico.
- Infecciones en la sangre (candidemia), que pueden causar síntomas sistémicos graves.
- Infecciones en heridas o en sitios quirúrgicos.
- Infecciones en el oído o en el oído medio.
- Infecciones en otros órganos como los pulmones o el tracto urinario.
Es importante destacar que muchas personas infectadas pueden no presentar síntomas, lo que hace que el diagnóstico y tratamiento sean complicados. Siempre es recomendable consultar a un profesional de salud si hay sospecha de infección.
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