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domingo, julio 7, 2024

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AÑO NUEVO…NOVIO ¿NUEVO?

Cada año es un nuevo comienzo, lleno de aventuras y oportunidades; el año pasado estaba sola en un hotel de Madrid. Yo elegí eso. 

Y me decidí a elegí de la elegante carta de bebidas y vinos, el blanco más solicitado y la cena de salmón, encendí la vela perfumada mientras masticaba en una elegante bata de baño con una toalla, los fuegos artificiales en la tele y amigos de todo el mundo saludando en FaceTime. 

Al día siguiente me levanté, hice un gesto simbólico de veinte minutos en el gimnasio del hotel y tomé un vuelo de ida a Ibiza, porque la vida es demasiado corta para no hacer cosas ridículamente poéticas como literalmente impulsarte hacia tu futuro el primer día del año, aceptando mañana como signo de interrogación.

Siempre me ha gustado el año nuevo, con aroma a fresco, la buena intención de todo.

El 1 de enero promete una nueva fe renovada, comienzos. Paso los días entre Navidad y Año Nuevo haciendo listas, revisando los logros y sueños del año y estableciendo una intención para el próximo año.

Tengo metas muy específicas, pero me gusta un tema general. El año pasado, fue “sentarse a la mesa de los adultos”.

Estaba decidida a dejar mi huella como mujer de carrera, a ocupar mi espacio en el mundo sin pedir disculpas, comprendiendo implícitamente que soy capaz de todo.

En el tema del amors, el romance, significaba que saldría con hombres (¡no con Jovencitos hijos de mami!), Con intención, propósito y claridad.

Decidí que no dejaría que me guiaran ni yo guiar a otros, y no habría más juegos. “Sentarse a la mesa de los adultos” en las citas significaba, para mí, que me reconocería el hecho de que estoy buscando el amor, no un niño que cuidar, ni que estuviera destinada a redimir inmaduros, ya sabes, y eventualmente un marido.

Hice esa distinción porque no puedo decirles la cantidad de chicos con los que he salido en el pasado que eran lo opuesto a lo que cualquiera podría considerar “material de marido”. 

Me dije a mí misma que simplemente estaba buscando un poco de diversión de todos modos, así que eso es todo lo que siempre fue. Pero ya estaba en la etapa de “sentar cabeza, y de querer más.

EL año 2019 vio coqueteos con un afamado fotógrafo pasando por un padre divorciado de dos hijos casi veinte años mayor que yo, y otros tantos que se quedaron anotados en la lista de patanes, el 2020, solo vio perfiles de facebook, una cuenta por pagar de un lujurioso sitio de citas, y cientos de series de almas gemelas.

A todos los hombres con los que he salido los he respetado y hasta cierto punto admirado, y de manera reveladora no los evitaría en la calle, ahora, del otro lado. Pero ninguno era mi marido. Ninguno era el indicado. Así que terminé el año como lo empecé. Soltera.

Detesto usar la palabra “todavía”. No estoy “todavía” soltera. Nunca “todavía” seré algo porque el año pasado, la deliberada aventura de todo, el devenir, cambió la forma en que pienso sobre mí mismo porque, de hecho, me senté a la mesa de los adultos. 

Me senté a la mesa de los adultos y salí con muchos hombres, y la cuestión es que no tengo ninguna duda de que hasta el último de ellos me preparó para el que debería estar.

Sí, en el año nuevo AMARÍA un nuevo novio, pero más que eso, me encantaría más la aventura que me lleva allí. El coraje de seguir haciendo preguntas, antes de que él sea mi respuesta. Ese es mi tema de 2024. Confíar en el proceso. Es mucho más emocionante de esa manera.

Aún sigo en búsqueda de mi alma gemela, pero finalmente entendí que el universo a tiempo divino la traerá a mi, que no puedo forzar a nadie a quererme ni a tratarme como una Diosa, lo soy, indudablemente, porque debo empezar a amarme a mi misma, y no buscar la felicidad en otra persona, sino en mí misma, y estoy segura que lo demás llegará cuando menos lo espere.

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¡Qué sería del mundo sin #ellas!

#EllasStyleMagazine

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