De todas las meditaciones, la de la muerte es la más suprema…
Al final del camino nos detenemos y consideramos: ¿Cómo es morir? Con suerte, en la culminación de la vida todavía tenemos nuestro ingenio sobre nosotros…
Muchos mueren en estupor, ya sea ahogados por la demencia, en una neblina azul de morfina o en un desmayo de confusión.
Si es posible, somos conscientes hasta el final. Pero la muerte es tan impredecible como la vida, ya hemos pasado por el día de nuestra muerte, hemos recorrido los 365 días del año… y uno de esos será el que selle nuestro legado.
No sabemos si la muerte vendrá de día o de noche, como un lento desvanecimiento o como un relámpago. El cuerpo no tiene una fecha de caducidad incorporada.
La vida es como una locomotora que se agita y empuja a través de montañas, valles y llanuras abiertas. Nunca imaginamos que se detendrá hasta que finalmente lo hace…
Todas las pequeñas preocupaciones, todas las quejas y rencores desaparecen. La muerte es el gran ecualizador. Es a la vez crudo pero es también igual de hermosa como lo es la vida.
La muerte se mueve en su propia cápsula del tiempo: los momentos cuelgan suspendidos como estrellas en galaxias lejanas. No hay nada que hacer con la muerte.
Puede ofrecer aliento, diciendo: “Está bien, puedes dejarlo ir”. Pero el dejar ir debe comenzar mucho antes. La lección de dejar ir no se puede realizar en los momentos fugaces en que la respiración deja el cuerpo.
Leer: SER MAESTRO DE TU PROPIA VIDA
Morir es una zambullida en el misterio donde estar sin saber es lo máximo que podemos hacer. Es una ironía que pasemos la mayor parte del día tratando de entender las cosas, la razón pierde su batalla.
A las puertas de la muerte hay una especie de capullo. Es como si los moribundos estuvieran dentro de una crisálida, incubando. Incapaces de ver, saborear o tocar, las entrañas de la pupa son blandas, crudas y vulnerables.
De esta manera la muerte es como el nacimiento… Hay un período de gestación en el que el espíritu animado se acomoda en sí mismo, preparándose para cambiar de forma y seguir adelante, cuando la muerte natural llega, hemos aprendido la lección en esta vida.
Podemos usar mantas, almohadillas para los ojos o sacos de arena para convencer a la fuerza vital de que se retire al interior. Pero al final el prana se sumerge y regresa a casa, a la fuente de donde provino.
Al final de la vida, aparece una fuerza que va más allá de lo imaginable, de lo conocido…
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Es tan antiguo como el celacanto, tan asombroso como el tigre y tan inconmensurable como las estrellas. Al final no hay nada más que respiración y la extraña alquimia del prana.
Así pues debemos ver a la muerte de otro modo, en tantos escritos se nos dice… que al morir alcanzarás la verdadera vida… entonces porque temer…
La muerte es la meta final de este viaje, todo parece tan predecible, menos la muerte…no le temas, pero mientras tanto, vive, en armonia, en serenidad, con amor por ti y por la humanidad, con honestidad y valentía, vive la vida con orgullo y con seleridad.. que el viaje es corto y un día pronto termina…
Decidí escribir hoy sobre este tema, para dar aliento a todos aquellos que lo necesiten…
¡Qué sería del mundo sin #ellas!