POR: JESÚS VÁZQUEZ TRUJILLO. ESCRITOR, ABOGADO. HISTORIADOR Y POLÍTICO.
Mariana Rodríguez del Toro 1775 – 1821, Heroína insurgente
Tras la captura de los primeros insurgentes efectuada el 21 de marzo de 1811, la insurgencia quedó al mando del abogado Ignacio López Rayón.
Quien estableció una junta autónoma de gobierno en la ciudad de Zitácuaro, perteneciente a la intendencia de Valladolid.
En abril de 1811, llegó a la ciudad de México la noticia de la captura de los primeros insurgentes.
Y un grupo de criollos encabezados por don Miguel Lazarín y su esposa doña Mariana Rodríguez del Toro.
Realizaron una serie de conspiraciones en su casa cuya consigna era, aprehender al virrey Francisco Javier Venegas.
Llevarlo ante la junta de Zitácuaro, formarle un juicio y de ser encontrado culpable, ahorcarlo.
Ninguno de los hombres que asistían a esas conspiraciones se atrevía a sugerir tal cosa, fue doña Mariana la que se levantó de la mesa y exclamó.
¿Qué a caso no hay hombres en la Nueva España? ¡Debemos defender la memoria del padre Miguel Hidalgo y los insurgentes caídos!
¡Debemos aprehender al virrey Francisco Javier Venegas y ahorcarlo! El patriotismo de doña Mariano inflamó el corazón y la conciencia de los ahí presentes.
Sin embargo, su esposo le dijo que esa idea era muy radical, que primero había que enjuiciar al virrey.
El capitán José María Gallardo, se espantó con la idea de que él y su familia pudieran correr la misma suerte que Hidalgo y sus compañeros.
Por ello se fue a confesar, desgraciadamente el sacerdote faltó a su secreto de confesión y denunció a los conspiradores ante el virrey Venegas.
Quien de inmediato ordenó la aprehensión de todos los conjurados, incluido el matrimonio Lazarín – Del Toro.
Don Miguel y doña Mariana fueron encarcelados en la prisión inquisitorial y condenados por el magistrado Miguel Bataller.
Permaneciendo en la cárcel hasta diciembre de 1820, año en que el general Anastasio Bustamante.
Consiguió que les fuera otorgado el indulto de parte del virrey Juan Ruiz de Apodaca.
Desafortunadamente, debido a las pésimas condiciones de su cautiverio, la salud física de doña Mariana quedó muy deteriorada.
Por lo que falleció de tuberculosis en abril de 1821, no pudiendo ver consumada la tan anhelada independencia.
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