POR: LICENCIADA EN PSICOLOGÍA LILIAN ESTEBAN ABAID.
LA AMISTAD:
VIRTUD Y AMISTAD:
Febrero es el MES DE LA AMISTAD. Estimado amigo, es un placer estar acá. Hoy traigo a tu compu a la amistad. Te cuestiono:
¿Por qué crees que es importante?
¿EXISTE VÍNCULO ENTRE VIRTUD Y AMISTAD?:
Entre la virtud y la amistad existe un vínculo según Marco Tulio Cicerón. Se afirma que la amistad efectivamente se educa en la virtud, dado el carácter limitado de las facultades humanas, por una parte. Y por otra, está la imposibilidad por lo mismo de aprehender un deber absoluto.
LEY DE AMISTAD:
Citado en Lelio, Ciceron pone en guardia respecto de lo que se podía llamar “excesos de amistad” pero te preguntarás: “¿Qué es eso de “excesos de amistad”? Ahora bien, “excesos de amistad” es cuando el amigo apelando precisamente a la amistad, solicita algo que es contrario a la virtud. De esta forma, según Cicerón, se puede afirmar que la primera ley de la amistad es pedir a los amigos únicamente cosas honestas y por ende, hacer únicamente cosa honestas en favor de los amigos. Por ello Ciceron afirma que sólo es dable una auténtica amistad ente quienes son virtuosos. Sin embargo, en esta ponencia se propondrá que no es la honestidad condición de la amistad; sino por el contrario, la amistad es la forma propia como alguien puede llegar a ser virtuoso, o más aún, uno de los fundamentos del vicio es precisamente la ausencia de amistades.
Así, bien amigo, se afirma que: La amistad es propiamente una escuela de virtud.
¿EN QUÉ CONSISTE LA VIRTUD?
La interrogante a responder es: ¿En qué consiste la virtud? La virtud no consiste meramente en una suerte de disposición interior clausurada sobre sí misma, sino antes que eso, es una forma peculiar de ser con otro en la que sí mismo asume el propio valor en razón del reconocimiento que encuentra en la amistad y, de este modo, este reconocimiento del valor propio da lugar a la virtud, sólo es comprendido como principio de comunidad. Si alguien se reconoce virtuoso en el espejo de sí mismo y se convierte en el único árbitro de su propia virtud, está sin duda en el camino del más grave de los vicios. Si de alguna manera la amistad hace de varias almas una sola, como sostiene Ciceron, condición de esto, es que todas esas almas se presenten y muestren en lo que son y tengan a las otras también en lo que son, de modo que la amistad es y debe ser un compromiso en la verdad. Pero, si bien la transparencia de sí mismo a sí mismo es la condición fundamental de la virtud, esta transparencia no puede ocurrir en soledad de sí, ya que la falsa conciencia y la pseudomoralidad constituyen trampas que cada uno se tiende a sí mismo, y sólo pueden ser desenmascaradas como tales por el rostro del otro.
LA AMISTAD ES FUENTE DE VIRTUD:
Ahora bien, la amistad es efectivamente fuente de virtud, eso significa que su cultivo trae a cada uno hacia sí mismo en la misma medida que lo conduce hacia el otro.
La propia identidad se gesta en comunión, de modo que esta identidad depende de la índole de esta comunión y como la amistad constituye una forma de comunidad en la que el único interés que vincula a los amigos tiene como su primer tributo a la virtud el reconocimiento de que el verdadero valor no proviene (observa que lo marqué en negritas), de la utilidad. Por lo tanto, la amistad educa, no sólo el respecto del amigo sino sobre todo respecto de sí mismo.
El cultivo de la amistad en este sentido, significa una forma de ser por la que cada uno se “apersona”. Está expresión que significa, algo así como hacerse presente en persona” indica que en la amistad se descubre el propio carácter personal. Es decir, exige que esa presencia diga de sí en plena libertad y con pleno acogimiento.
¿CÓMO SE CARACTERIZA Y QUÉ ES LA AMISTAD?:
La característica más importante de la amistad es el alma. ¿Por qué?:
Los seres humanos son considerados seres finitos. Y deben tener cuidado y delicadeza para elegir los amigos que les rodean, porque lo que conecta es el alma.
¿LA AMISTAD ES ESPACIO DE LIBERTAD?:
Una amistad viva se caracteriza porque el acogimiento del otro se hace un espacio de libertad y también de gratuidad. Pero no se trata meramente del respeto por la diferencia o alguna forma de tolerancia, se trata de algo a la vez más profundo y más complejo; el “apersonamiento” comienza con el reconocimiento de la propia finitud, también la amistad. De allí que una comprensión de sí en la que las propias limitaciones se vuelven evidentes significa una comprensión que llamaría “dinámica” de sí mismo, en la medida que presenta una tensión constante por la que se intenta ampliar la estrechez que los límites imponen. Además, obliga a contar con el otro en la propia proyección de la identidad personal, porque el otro está más allá del propio límite y, al mismo tiempo que lo manifiesta, constituye una invitación explícita a la trascendencia de sí.
La amistad es el correlato necesario del reconocimiento de los propios límites, lo cual constituye el fundamento de toda virtud. Por una parte, porque ese reconocimiento no se refiere meramente a las limitaciones que pudiera tener alguna facultad o cierta deficiencia de orden accidental, sino a la absoluta incompletitud y radical insuficiencia existencial, lo cual exige una apuesta por el otro. Pero por otra parte, porque la virtud se refiere de suyo a una forma peculiar de ser con los demás, una virtud solitaria no es sino una forma solapada de vicio solitario. Así, Cicerón afirma:
“Soy de sentir, pues, que las obligaciones que provienen de la sociedad son más conformes a la naturaleza que las nacen de la prudencia, como puede probarse fácilmente en este argumento. Y es que un sabio colocado en la mayor abundancia de todas las cosas, aunque contemple y considere consigo muy a su placer todo cuanto hay digno de saberse, con todo eso, si su soledad es tanta que ni puede comunicar ni ver a otro hombre se aniquilará precisamente”.
La misma sabiduría es de suyo transitiva se realiza en el encuentro con el otro. Ciertamente la virtud significa una forma de dignidad en la medida que entraña no sólo el ejercicio de la libertad como algo propio, sino también una atención cuidadosa por sí mismo y por el otro en tanto que se busca una forma de plenitud en la que necesariamente ha de entrar el otro. La dignidad de la persona humana pone de manifiesto, según se entiende habitualmente la capacidad de obrar con pleno conocimiento y determinación libre y, por ende, con independencia de todo otro principio ajeno al sujeto, principio al que se pueda considerarse responsable y al que la obra o el acto se le pueda imputar. En la dignidad de la persona humana. Entonces, se articulan libertad y entendimiento de modo que si alguno de estos es suprimido, impedido o cortado se produce un atentado contra la dignidad. En este sentido, el deber para con el otro, como correlato práctico de la virtud, pareciera oponerse necesariamente a la dignidad de la persona, por cuanto el deber percibe o prohíbe, lo cual atentaría contra el sentido emancipatorio y contra el auto espontaneidad de libertad.
Sin embargo, la dignidad de la persona humana se funda, en un sentido capital, en su capacidad de ser sujeto y objeto de deberes, por cuanto la convocatoria de la amistad, así sea de la amistad política, es como se verá la fuente original del deber. A partir de lo anterior, surge inmediatamente una paradoja:
Por una parte, el deber sólo es tal para un sujeto libre. Y, por otra parte se encuentra la libertad. Pareciera así como únicamente el ser humano es sujeto de deberes, también únicamente él es objeto de éstos. Es decir, tiene derechos. Estrictamente hablando, no hay tales deberes para con la naturaleza, para con los animales, o para con cosas.
¿EL HOMBRE PUEDE DESTRUIR SU PROPIO ENTORNO?:
A decir verdad, el hombre no puede destruir su propio entorno, lo puede modificar, hay una enorme diferencia entre destruir y modificar. Tampoco el hombre puede atentar contra la belleza y el orden natural, aun cuando supuestamente esto no infiera daño al otro. Al hombre le está vedado obrar conforme a un fin que no sea digno de él. De forma tal que, el hombre tiene deberes “acerca” de los irracionales o respecto de ellos, pero nunca los tiene “para con” ser alguno que no sea persona. El objeto propio de un deber (observa que está subrayado), tiene que tener por lo menos, la misma dignidad que el sujeto de éste.
¿QUÉ ES TENER DEBER?:
Hay que tener especial cuidado para definir ambas diferencias, amigo: deber es una cosa, obligación otra. “¿Qué es o qué significa “tener deber para con”? Te preguntarás: ¡TE LO CUENTO!
En sentido estricto “tener deber para con”, es:
Tener deber para con alguien, por lo tanto significa: éste es el fin propio del acto y como la nobleza del fin es lo que dignifica el acto, el deber por lo tanto, en sentido riguroso sólo puede dirigirse a un sujeto personal, en la misma medida que sólo puede radicar en alguien que posea tal carácter. Etimológicamente la palabra deber proviene de: “de” y “babere” =tener, en su poder una cosa de otro; de ahí que el deber entrañe necesariamente una deuda. Pero antes exige poseer la capacidad de tener algo como propio y a la vez, la condición de poder ser dueño de algo significa necesariamente ser para sí mismo un YO, el acto de tener supone que, el ser humano sea capaz de referirlo a sí mismo; en tal referencia, el sujeto se establece mismo como: sujeto “de”, pero también como sujeto “para” es decir, como sujeto en relación, pero desde una radical intimidad, tal es la conciencia. De manera que la autoconciencia de un YO no significa una suerte de egoidad autorreferencial sino que, por el contrario: permite “ser” con otro y no meramente “estar” con otro. Ser con otro significa una mutua incorporación en el ámbito de la propia subjetividad de cada uno. Es decir, se trata de un encuentro de intimidades. Ahora amigo, esta intimidad existencial funda la posibilidad de la vida social, pero no todavía una vida comunitaria, la cual exige que este ser con otro entrañe un peculiar deber,
ATENCIÓN:
LA MODERNIDAD.
Como por ejemplo, René Descartes el idealismo alemán, etc., concibe la Condición Humana desde la conciencia, que sería a la vez fundamento de la libertad y por ende, de la Dignidad Humana. La conciencia de sí mismo constituye una reduplicación de la experiencia que hace que ésta sea humana: el hombre no sólo siente dolor o sed, se percata por lo tanto de ello y así lo tiene para sí mismo. Este “para sí” significa una forma radical de ser y de existir de modo que cada acto involucra la propia subjetividad. La conciencia interrumpe, quiebra, en un sentido radical toda forma de reacción automática a estímulos, permite el repliegue sobre sí, de modo que el ser humano se articula así mismo como un YO y de esta articulación surge la libertad, entendida como: capacidad de destinarse a sí mismo y por lo tanto, la conciencia de sí es fuente de la auto espontaneidad. Pero, el “ser para sí” no consiste en un mero auto posesión pasiva, un tenerse a sí como continente y contenido; ser para sí mismo es ser capaz de destinarse a sí mismo desde sí mismo.
LA LIBERTAD POSEE UN PROBLEMA:
La libertad posee un problema, ¿cuál es este? El problema de la libertad se convierte en intentar establecer cuál sea el fundamento y el término de esta auto destinación o, dicho de otra forma: si el fin al cual cada uno se ordene responde o no a un fundamento desde el que ese orden cobre sentido. La cuestión del sentido exige ineludiblemente una respuesta, si acaso este será el placer de sensible la riqueza, los hombres, la contemplación, etc. Incluso si se niega que haya un sentido dado de alguna manera cualquier sea el caso, vivir es elegir.
La constitución en virtud de la conciencia de un YO LIBRE significa que, cada uno de los seres humanos es absolutamente único e irrepetible. Ahora bien amigo, si se asume cabalmente lo que esta característica significa, entonces es necesario percatarse de lo que cada uno haga o deje de hacer nadie más, nunca podrá hacerlo, de modo que, toda omisión significa convertirse en una suerte de desertor para toda la identidad. La conducta y las acciones, la vida entera de cada quien, marcan con un sello y dejan una marca definitiva en la historia. En este sentido es claro que el destino propio compromete a todos los demás, entraña una responsabilidad que compromete necesariamente a cada uno con el otro. Se ve con esto que el deber no es cosa baladí; la vida, en este sentido es como la milicia donde el cumplimiento del deber por parte del soldado entraña, por mor del resguardo de la propia vida, el cuidado de los compañeros de misión.
Tal es la paradoja: cada uno se apropia de su vida en el encuentro de la propia intimidad con los demás. Como afirma Ciceron en: Los Oficios más por cuanto según dijo muy bien Platón: “no hemos nacido para nosotros mismos, sino que una parte de nuestro nacimiento debemos a nuestra patria, otra a nuestros padres y otra, a los amigos”. El ser humano amigo se perfecciona, es más y mejor, no cuando se engrandece a sí mismo, sino cuando sirve a los demás se perfecciona a sí mismo cuando ayuda y celebra en la perfección de los otros.
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