POR: DRA. LULÚ CUEVAS.
Aquí estamos nuevamente, con un tema de mucho interés. Los límites y la contención.
Para educar de manera eficaz a nuestros hijos debemos marcar las reglas que se establecen desde la infancia en casa, con el objetivo de cumplirlas, el bebé aprende desde la primera palabra contenedora y estructurante que es “NO”, ahí comienza la concepción del límite y lo va sosteniendo en una organización emocional y psicológica hasta que llega a la tan temida (por los padres) adolescencia.
Sin embargo, los límites deben estar y estarán presentes durante el transcurso de la vida de cada uno de los hijos. El secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza.
En la etapa de la adolescencia, los padres se enfrentan con jóvenes que resultan desconocidos en sus actitudes y conductas y para los hijos es enfrentar también la pérdida de los padres de la infancia, los adolescentes buscan liberarse de la autoridad y los padres necesitan hoy mas que nunca marca limites sustentados precisamente en su autoridad, lo que da por resultados un choque generacional que si no se contiene satisfactoriamente surgirán serios conflictos en esta diada relacional.
El niño en su infancia, acepta su relativa impotencia y necesita de otras personas que cumplan sus funciones y necesidades básicas. En la adolescencia sufre un “fracaso de personificación”. No se da cuenta cómo debe actuar, pues ya no es un niño, pero tampoco un adulto.
Pero pareciera que en esta época que nos está tocando vivir, los límites y normas son casi inexistentes para muchas familias y si acaso existen unas cuantas normas, estas se rompen con facilidad, pareciera que los padres temen a los hijos.
Cuando no hay normas y límites claros, se genera un gran desgaste en las familias, Una forma de deshacer ese temor es tener presente que nuestros hijos necesitan contención, y para ello es importante decir a nuestros hijos que deben hacer algo y ‘aquí y ahora’, es decir, poner límites. Aquí les ofrecemos algunos consejos básicos:
1. Objetividad.
Los hijos entenderán mejor si marcamos nuestras normas de una forma más concreta. Frases cortas y órdenes precisas será suficiente para el hijo/a. ‘Habla bajito en una biblioteca’; ‘en ésta casa cada hijo/a tiene la responsabilidad de limpiar su cuarto’ son algunos ejemplos de formas que pueden aumentar sustancialmente las sanas relaciones en la familia.
2. Opción.
La libertad de oportunidad hace que los hijos sientan una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias, y da la ganancia de la madurez y el sentido de responsabilidad. Por ejemplo. ¿Irás a la fiesta pero debes llegar temprano, tu propones la hora de llegada?, ¿o prefieres que lo haga yo?’ Esta es una forma más fácil y rápida de dar opciones a los hijos para que hagan exactamente lo que queremos.
3. Desaprueba la conducta, no al hijo/a.Deja claro a tus hijos que tu desaprobación está relacionada con su comportamiento y no va directamente hacia ellos
No muestres rechazo. Antes de decir ‘eres malo’, deberíamos decir ‘eso que hiciste está mal hecho’.
4. Controla las emociones Cuando los padres están muy enojados son más propensos a ser verbal y/o físicamente agresivos con los hijos/as.
Hay momentos en que necesitamos llevar con más calma la situación y aplicar la técnica del retiro. Alcanzar la calma, y después preguntar con más serenidad, ‘¿qué ha sucedido?’.
La intención es abrir conciencia sobre cómo modelarnos como padres.
¡Hasta aquí por ahora, hasta pronto!
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