por: Ahelyn Hurtado
En el inicio de las olimpiadas modernas (no las de la antigua Grecia), que se celebraron por primera vez en 1896, la participación de la mujer estaba prohibida. Desde 1900, hasta 1924 estuvo permitida, pero esta no supero el 5% de los atletas. Desde entonces, y hasta ahora, los números de atletas mujeres han ido aumentando paulatinamente.
En estos Juegos Olímpicos Tokio 2020, se alcanzó la paridad de género, pues las mujeres representan en 48.8% de los atletas. ¡Una excelente noticia para todas aquellas mujeres que buscamos ser las mejores en todo lo que hacemos!
Sin embargo, las mujeres atletas, durante estos Juegos Olímpicos no han estado fuera de controversias:
- La gimnasta norteamericana Simone Biles, quien ha sido siete veces campeona nacional, campeona olímpica en Río 2016 (cuatro medallas de oro y una de bronce), y cinco veces campeona mundial en suelo, decidió no competir en esta ocasión por un tema de salud mental. La condición que tiene la atleta se le llama “los twisties” (girillos): Se trata de un bloqueo mental en el que no logra distinguir arriba y abajo, por ello no puede tener control sobre su propio cuerpo. Esto es muy peligroso porque una “mala caída” podría lesionarla o ser fatal. Los que la critican (cuyos nombres no pongo por no darles publicidad), han mencionado cosas como que “las mujeres somos demasiado emocionales”, o que se “usa cínicamente la salud mental como escudo protector contra el mal desempeño”.
- Las gimnastas alemanas cambiaron los maillots (leotardos) cortos, por unos de cuerpo completo, para estar más cómodas, pues muchas veces son “sexualizadas” por su vestimenta, en lugar de ser juzgadas por sus logros deportivos. Esto se suma a las criticas que se le han hecho a la Federación Europea de Balonmano por multar a las integrantes del equipo noruego, pues estas decidieron usar pantalones cortos, en lugar de bikini para competir; por cierto, la cantante P!nk se ofreció a pagar la multa.
- La arquera corena An San, quien ganó 3 medallas de oro en estos juegos y ya rompió un récord, fue atacada en redes sociales por hombres de su país, por el motivo de usar el “cabello corto” (lo que, a título personal, me parece una ridiculez y una muestra grave de machismo). Sus críticos, además de insultarla, han mencionado que debería devolver sus títulos olímpicos y pedir disculpas.
Estas polémicas ponen de relieve que a las mujeres se nos juzga, no por nuestro desempeño deportivo, sino por nuestra apariencia (lo que vestimos y nuestro cabello) y por mostrar nuestra manera de sentir y pensar (aunque no hacerlo, implique un grave riesgo para nuestra salud y nuestra vida).
Recordemos que estas mujeres son las mejores en su disciplina deportiva, en sus respectivos países y en el mundo.
Me da una tremenda tristeza y pena ajena, que en pleno Siglo XXI existan semejantes manifestaciones de “falta de cerebro” (para no decir algo más feo), para criticar a mujeres tan destacadas.
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¡Qué sería del mundo sin #ellas!