Por: Ahelyn Hurtado
Este 6 de junio, los mexicanos iremos a las urnas a votar…
Primero, quisiera hacer una invitación a todas nuestras lectoras a ejercer su voto, pues el participar en la vida pública del país, muchos dirán que es un derecho, pero yo lo considero un privilegio.
¿Por qué un privilegio? En pleno siglo XXI, en México, algunas mujeres aún padecen violencia política; por ello, las que sí podemos votar y ser electas podremos, desde las urnas, manifestar nuestra voz y presionar a nuestros gobernantes a eliminar, paulatinamente, los obstáculos que tenemos todas las mexicanas para el ejercicio de nuestros derechos políticos.
Ahora sí, quisiera hablar de las directamente del clima político-electoral que yo observo previo a las elecciones. Todos los analistas políticos sabemos que las elecciones intermedias sirven para “medir” dos cosas: La primera son los niveles reales aprobación a la gestión del gobierno; es decir ¿qué tan bien (o mal) gobernados nos sentimos los mexicanos? En segundo lugar, se pueden hacer pronósticos de cómo serán las elecciones presidenciales del 2024 ¿quién va a ganar?
Recordemos las elecciones intermedias del año 2015, cuando Peña Nieto era presidente, el PRI fue “aplastado” en las urnas y perdió 7 de las 12 gubernaturas que tenía, lo que llevó a Manlio Fabio Beltrones a renunciar a la dirigencia del partido.
La pregunta es, ¿cómo le va a ir a Morena y al actual gobierno federal en las urnas?
Respecto de nuestro gobierno federal, considero que ellos hablan mucho de los demás: Los empresarios son fifís, todos los gobiernos anteriores son corruptos, ninguna institución constitucionalmente autónoma (el INE y el INAI) sirve para nada.
Pero, ¿qué piensa la ciudadanía de sus propios gobernantes? Me parece que estamos frente a un caso de “mucho ruido y pocas nueces”, pues en diversas encuestas, pareciera que Morena perderá algunos escaños en la Cámara de Diputados, los suficientes como para abandonar la posibilidad de hacer reformas a la Constitución.
Si AMLO quiere reelegirse como presidente en el 2024, necesitará reformar la Constitución y, si pierde la mayoría en la Cámara de Diputados, simplemente no se va a poder. Este fragmento lo pueden retirar si lo consideran necesario.
Respecto de las elecciones del 2024, no me comprometo a hacer ningún pronóstico, todavía faltan tres años. Todo dependerá si nuestros actuales gobernantes son capaces de “volvernos a enamorar” o seguirán desilusionándonos.
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