Por: Gabriela Barrios
El año esta por terminar, y con el, muchos recuerdos quedarán sellados para quienes hemos perdido a alguien, con decenas de miles de personas fallecidas y muchas personas que no pueden estar con sus seres queridos al final de sus vidas o asistir a los funerales, nos preguntamos si en un futuro próximo habrá algún memorial colectivo.
El año pasado, meses antes de que las palabras pandemia, encierro y distanciamiento social se volvieran demasiado familiares, leí un libro sobre los apegos, sobre cómo soltar, “Los Cuatro Acuerdos” si mi memoria no me falla, y me enseñaba sobre cómo hacer espacio para la melancolía, aceptándola y dejándola partir para convertirnos en mejores seres humanos, pero ¿cómo soltar algo que rasga el alma de dolor?
Y pensaba que en una sociedad adicta a la búsqueda de la felicidad, no había suficiente reconocimiento de la melancolía como uno de los componentes centrales de la experiencia humana y que esto era perjudicial tanto en términos de cultura como de bienestar psicológico.
El lado más oscuro de la vida se ha vuelto demasiado vívido desde entonces con el mencionado enemigo Covid-19, con todo el dolor y la devastación causados, en todo caso, han aumentado la necesidad de dejar espacio para la melancolía. La muerte se ha normalizado en demasía, y eso es preocupante y doloroso.
El discurso público se ha comprometido con la posibilidad de que los desastres produzcan un cambio positivo. Se ha hablado de progreso y de mejor reconstrucción.
Si bien la esperanza en el futuro es bienvenida, debe ir acompañada de pensamientos sobre nuestros muertos, los moribundos y los afligidos. Nuestro nuevo mundo necesita dejar espacio tanto para los aspectos positivos de la renovación como para el duelo por la pérdida.
El impulso de pasar de la miseria a la construcción es comprensible. En la búsqueda de conciliar esa esperanza con el dolor, quizás lo que deberíamos hacer es incorporar en la planificación de un futuro mejor, propuestas de duelo, conmemoración y asimilación de nuestra pérdida colectiva en el ámbito personal, público y artístico.
Ha habido iniciativas comunitarias e individuales, por ejemplo, Retratos fotográficos de Rankin y Howard Goodall’s Never to Forget pieza coral conmemorativa. Estos son notables e indicativos de un impulso para reconocer y reflexionar sobre la crisis de Covid-19.
Sin embargo, existen omisiones significativas, específicamente en relación con las víctimas en la población en general; la atención se ha centrado casi exclusivamente en el personal.
También ha habido una notoria falta de iniciativas dirigidas por el gobierno. No tenemos Heroes de la Pandemía, oficialmente en la línea de “héroes de guerra” y faltan propuestas para monumentos y otras formas de conmemoración pública oficial.
Una perspectiva alternativa es que el duelo masivo, cualquiera que sea su causa, necesita un reconocimiento ceremonial completo y un marcador permanente. Dichos ritos colectivos ofrecerían respeto y permitirían a la sociedad absorber y aceptar la naturaleza, la escala y las consecuencias de lo sucedido.
La ausencia de reconocimiento y espacios públicos donde la gente pueda ir y reflexionar sobre el trauma de las múltiples pérdidas puede tener un impacto perjudicial en las comunidades similar al sufrimiento que experimentan las familias a las que se les niegan los funerales individuales.
Además de satisfacer una necesidad colectiva, tales actos y lugares de recuerdo podrían formar una especie de consuelo para aquellos que no pudieron estar con sus seres queridos cuando estaban muriendo, asistir a funerales y llorar con familiares y amigos.
Entonces, ¿cuáles son las opciones para conmemorar a las víctimas de una pandemia y cómo podríamos hacerlo mejor?
Hay ejemplos recientes dignos de mención que han surgido de iniciativas no gubernamentales. El monumento en Londres a las víctimas del tsunami del Océano Índico de 2004 fue desarrollado durante varios años por el tsunami Soporte Reino Unido. Tras una amplia consulta con los supervivientes, se diseñó y erigió un monolito de granito con fondos del Departamento de Medios Culturales y Deporte.
El alcance del recuerdo sería más amplio y variado si se incluyeran también los precedentes de la guerra. Además de los monumentos conmemorativos en todo el país, todos conocemos los numerosos desfiles, emblemas y esfuerzos artísticos (música, pintura, literatura, películas y más) que guardan a las víctimas de las dos guerras mundiales en nuestra memoria colectiva.
La pregunta entonces es ¿qué queremos? ¿Y no solo qué queremos sino qué necesitamos? ¿Qué encajaría con la enfermedad y la muerte en una escala como Covid-19?
Es cierto que esta batalla no la hemos ganado, al menos en México se ve muy lejano el poder lograrlo, aún veo en las calles muchas personas que siguen afuera, sin usar cubrebocas o gel antibacterial, sin evitar el contacto físico, creyendo a pesar de la alarmante cifra que crece día a día, que es sólo un invento, culpando al Gobierno por un virus que no saben controlar, mientras miles de civiles, empresarios y sobretodo médicos que pierden la batalla, mientras muchos que se cuidaron, enferman por aquellos que no.
Aún no es tarde para ganarle al tiempo, antes de que nos arrebate hasta el último aliento.
Hoy por hoy, y en memoria de las víctimas de guerra ante el Covid-19, hemos dado el espacio para conmemorar la dicha de la coincidencia con aquellos que se nos adelantaron… pero sabemos bien, que “nunca habrá palabras suficientes que sanen un corazón roto…”
“Hasta siempre y hasta dónde estén…con amor por siempre”
No me iré
Tranquilo, estoy cerca Es tan bello todo ahora No puedes tocarme, así como no puedes tocar el amor... Pero lo sientes...verdad El amor es infinito Vivo...en la sonrisa tuya al recordarme...río En el silencio de tus suspiros....siento el aire Sientes mi esencia... en cada canción que cantábamos Nuestro viaje juntos fue una dicha La vida es un hermoso libro de hojas blancas Las mías quedaron escritas con la calidez de tu abrazo En verdad ha sido fantástico En tu libro quedan hojas por escribir Narra historias asombrosas Viajes sorprendentes Y amores interminables ....y ya me contarás cuando sea tu tiempo de regresar a casa... Tranquilo, estoy cerca... SM
Desde el día que se me fue la entrañé en mi ser, prestándole mi voz para que ría, mis manos para que sienta y mi corazón para que en cada latido, usted viva. Gracias infinitas por todo el amor que me dió”
“Es una persona que vivirá en los corazones de quienes lo conocimos, era una persona radiante, siempre buscando el bien de todos, agradecido, empático, divertido, justo y honesto, siempre le encontraba el lado positivo a las cosas y nunca se daba por rendido…tenía una frase que siempre que nos pasaba algo bueno o divertido decía; Si no fuera por estos momentos!! lo extrañaremos jefe.
No hubo despedidas….esta será nuestra manera de recordarlos por siempre…
Súmate si lo deseas
Síguenos en redes sociales
Yo como tú #SoyMujer